miércoles, 13 de julio de 2011

El puñal del verdugo

El silencio es la treta del cobarde, que hoy abandonado de toda gloria, vocifera al infierno.
Tu veneno ha dado muerte al alma que me llenaba. Vacío el cuenco de tu yo, refutas las palabras aladas del salvador.
Te entregas hoy en ignorancia a la beatitud de tus mentiras. Serpiente sin pies, serpiente sin rostro, te arrastras en mi sangre.
Devorada tu astucia por la locura. Ciega tu luz y negra la esperanza.
No es triste ver tu rostro hoy demacrado. La vida y el tiempo han evolucionado en ti, pero el niño nunca abandonó el cascarón, nunca pudiste aprender, nunca quisiste entender.
Sordos tu mente y corazón, ciega tu alma y la razón.
Soledad que hoy consume, la desgracia es madre, y el dolor es sangre de tu sangre.
Cuerpo deforme, mente siniestra. Astucias baratas, destino partido. No nos cuesta ver más allá, no nos duele ver.
No es la historia que voy a contar, frío el lecho de tu noche, cazado por el sueño de los héroes. Las cenizas son tu alma, la ignorancia eres tú.
Pisas la tierra de nuestra creación, pero quemaste el telón antes de que caiga.
Sacrificaste los sentimientos, para ganar el lugar de mando; acechaste al asesino, y de su daga convertiste el alma en presente. Hoy yaces rendidada a sus pies, las palabras jamás encontraran refugio en el ser que hoy eres y al que elegiste dar vida.
Haz tomado el mando, del simulado reino que te entregó. Preferiste la calma antes que el calor, y te ahogas en la sangre inocente derramada.
Eres la hija de tus miedos, y la hermana de tu ansiedad. No puedes dar vida, solo muerte te queda por brindarnos. Hoy tu acto magnifico te mantuvo frente a mí. Pero quebraste tu suerte, y las decisiones hoy te acechan; eres presa del destino. Pero el dolor no llega a ti, tus escudos, aun podersos, repelen nuestra fuerza con grandeza. No puedes ser herida, no puedes ser tocada, escondida en tu triste mansión, ahogas tus miedos en los ojos del terror. Perdiste todo y a todos, malgaste tus días, y haz acabado con su paciencia, no supiste ganar su confianza, poco puedes saber de la lucha.
Tristemente te apoderaste de este ser, lo convertiste en tu hijo de barro, te aferrarte a él, y no le enseñaste a hablar, encarcelado en tu mente vive preso de tus miedos, solo y triste, sin vida, lo creaste a tu semejanza, lo hiciste a tu ser. No es libre porque vive para ti, no es propio porque siempre te perteneció, no esta vivo, porque en él no hay libertad ni saber.
Son tus hijos las desgracias, son tus padres la tortura. No eres más que un leñador, destruyes la vida y abusas la naturaleza, haz talado el último árbol y haz perdido el bosque, ya no hay razón, ni acaso puede existir aquello que te mantenga viva. Pero aun asi osas respirar, osas seguir caminando, cuando tu pobre y cobarde ser, se oculata tras la máscara del dolor, les sonries y les vendes cuentos fabricados, nos vendiste la histeria del terror, nos quisiste frenar. Pero hoy sola tu con el puñal, no puedes descubrir para que es, haz ya intentado destruir el sueño real, le verdugo eres tú, mi triste personaje, protagonizas la tira, pues nos entregas al terror, y jamás podrás morir, pues tu cuerpo siempre de pie, observará el horizonte y nos hará temer, cuando muy profundo dentro tuyo, yace el niño asustado, el puñal en mano, ciego y sordo, ya no siente, pero tampoco nos puedes hacer sentir.

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