lunes, 14 de febrero de 2011

Siniestra reina de barro I

Lloró lágrimas de sangre, porque por dentro algo está roto, como un envase vacío, mi cuerpo perdió vida.
Es tiempo de llorar, porque la risa se ha olvidado. Murió la carcajada.
Tristes recuerdos me llenan; se tiende difícil respirar. Este aire no me pertenece, mis pulmones contaminados, explotan, ya no toleran este venenoso gas que recorre mi sangre.
Vomito mis propias entrañas, la comida no pasa por mi garganta, ya nada en mí vive. Mi mente se ha torcido, ya no distingo la realidad, mis ojos se salen de mis orbitas, mi nariz se ha quemado. El ruido revienta mis tímpanos, sangran viejas heridas, sangre azul, ya ni mi sangre es mía.
El infierno está aquí, tus gritos me rompen, poco a poco, mi mente no consigue unir este rompecabezas. Tu infierno, ahora, es el mío. La pesadilla ha comenzado, el último anillo está aquí.
Tu señor de las tinieblas me ha condenado, desgarra mi carne, mi metálica piel ha sido devorada, te llevas mi fuerza, y mi ser entero. Desperdicias mi muerte por tus vacías emociones.
La vacuidad me ha devorado, ahora eres la reina de este castillo. Nos ha hurtado los rostros, y cuerpos sin nombre vagan aterrorizados por tu pueblo desolado, por la desgraciada reina, que nuevamente destronó ha ese viejo torturador, sólo para transformarse en él.
No entendiste, lo olvidaste, tu reino de dolor hoy es pleno. No hay risas aquí, ni tampoco colores, tu gris ciudad nos ha terminado. Como todo nuevo tirano, has ganado nuestra guerra, nos cortas los pies mientras nos arrastramos con ansías de libertad, pero has terminado con nuestra cordura, rompiste la voluntad de tus fieles, somos esclavos de tu humor, esperamos, como anonadados tus nuevos designios, porque ya no hay espíritu en este envase, tú, los haz destruido, las grietas del alma ya son gigantes, he perdido frente a tu demonio...

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